

en afanosa búsqueda de un lugar donde serenar los ánimos inquietos, por tanta belleza, que tu prestancia induce en la gente que te contempla.
Casares, donde el tiempo discurre con parsimoniosa templanza,
sosegada por la reticente voluntad de implicarte en una época de la que recelas
para no verte engullida en sus inexorables entrañas,
en la vorágine que todo equipara,
sin importarle sentimientos,
sin importarle añoranzas,
sin importarle recuerdos.
Aguardas bajo un cielo
surcado por el imperturbable vuelo del buitre leonado
al acecho de quienes tu quietud quiere perturbar,
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