
cuando en la imposibilidad de gozarte en soledad,
como te veo en este instante insólito,
sin la interferencia de rostros desconocidos,
de pasos extraños que distraigan mis pensamientos,
ni la mirada, embelesada por los encantos que desprenden tus muros y paredes,
que como rostros llenos de vitales sentimientos,
miran a través de ventanas:
ojos que traspasan almas impunes,
que vagan perdidas en ensoñaciones,
atrapadas en tu beldad,
y la certeza de que algo aún más hermoso me aguarda, desconocido y anhelado, en la torre que enalteces con soberbia,
medio oculta tras la tímida palmera.
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